Por Howard Richards


“Chile vive una muy profunda crisis de confianza de todas las instituciones.”

La opinión arriba citada no es la opinión de cualquiera.

Es la opinión de quien fue el Ministro de Economía en la transición del gobierno militar al gobierno civil de 1990.

Más que ningún otro (exceptuando quizás don Patricio Aylwin Q.E.P.D., y don Jaime Guzmán Q.E.P.D.) él sabe que, cómo, y por qué Chile cambió pero no cambió.

En 1990 el mismo don Carlos Ominami sentó las bases de las instituciones hoy vigentes.   Si no de todas las instituciones por lo menos de las más fundamentales, la base material de la vida, la economía.

Un cuarto de siglo después él mismo las declara en crisis.

¿O no?  Acaso te estoy mintiendo.   Acaso no fue Carlos Ominami, ni Patricio Aylwin, ni Jaime Guzmán, ni Agustín Edwards Eastman, ni Augusto Pinochet, ni Richard Nixon quienes establecieron las instituciones ahora en crisis.

Acaso sea una mentira atribuir a las acciones de las personas los principales poderes causales cuyos efectos son los fenómenos observados.   Me refiero a fenómenos observados tales como la desmoralización de las empresas, la desmoralización de la política, la desmoralización de las familias, la salud pública desfinanciada, los delincuentes rabiosos, las jubilaciones miserables, los padres endeudados, las juventudes desalentadas, los aires contaminados, los tacos, y las pobres en las veredas mendigando o vendiendo tiras de parche curitas.   Acaso los poderes causales que producen los efectos observables sean las relaciones sociales establecidas por las estructuras culturales básicas que perduran mientras las personas nacen, sufren, y mueren.

No sé si tú creas que te estoy mintiendo.  Yo por lo menos creo que te estoy mintiendo.  A fin de rehabilitarme te cuento la verdad, o mejor dicho lo que creo ser la verdad.   Te la voy a contar en cinco minutos porque sé que andas atrasado.

El mundo se mueve por lucro.   Sin lucro no se mueve.

Postulando que el lucro es la motivación fundamental en el tipo de sociedad que padecemos, por el momento dejo fuera de consideración motivaciones también poderosas como son las que orientan las políticas públicas, la solidaridad, la gloria, la vocación, el amor, y otras.

Para ser preciso: La producción parte con dinero y termina con dinero.   Parte con la compra de los insumos de la producción, entre otros trabajo, y termina con la venta de los bienes y/o servicios producidos.  Es motivada por la expectativa que el monto de dinero al final va a ser mayor que el monto de dinero inicial.   Si el negocio no es rentable, no se lo hace.

Todo depende de ventas, o sea de compraventas, puesto que cada compra es una venta del punto de vista del vendedor.    La compra de aquel insumo de la producción que se llama recursos humanos es una venta del punto de vista de un recurso comprado.

Quienes logran ganar el juego por aumentar su cantidad de dinero, pueden jugar otra vez, ahora invirtiendo más porque ahora tienen más.  Si ganan otra vez, pueden seguir aumentando su capital con la ventaja aun mayor de poder comprar aún más insumos, y así sucesivamente.   Acumulan.

Quienes no logran vender a buen precio ni su trabajo ni ninguna otra mercancía son los excluidos, los marginados, los perdedores, los que Foucault llama les plebs.  Les plebs no tienen ningún papel que cumplir en el logro de la finalidad que mueve el sistema, vale decir la finalidad de multiplicar cantidades de dinero.  Siempre hay plebs, puesto que el hecho que una persona necesita vender algo para vivir no impone a nadie un deber de comprar.   Lo que Keynes llamaba una insuficiencia de demanda efectiva es más que un teorema que trastorna las ciencias económicas.  Es una consecuencia de las normas jurídicas que organizan los mercados.  Es una consecuencia del hecho fundamental que, aunque nuestros cuerpos han evolucionado por los milenios de los milenios viviendo en tribus, ahora no vivimos en tribus.

Puesto que la producción depende principalmente de la acumulación, y puesto que sin producción no hay nada para nadie, es obligatorio lo que la escuela de Grenoble llama “un régimen de acumulación.”   Vale decir, son indispensables una educación, una cultura, niveles de impuestos, niveles de sueldos, fuerzas de seguridad, legislación laboral, y en fin todo favorable para incentivar la inversión.   Hay más: los 196 países del mundo compiten entre sí cada uno intentando confeccionar regímenes más favorables para incentivar la inversión que los 195 otros.

Las acciones de las personas en 1990 como todas las acciones humanas se realizaron al interior de las estructuras culturales básicas anteriormente construidas por la historia.   En 1990 la historia ya había construido una economía global cuya estructura jurídica presuponía y establecía regímenes de acumulación.    Al alero de ella ya se había instalado la enorme productividad del mega-capital aliado con la mega-ciencia y la mega-tecnología.  Dentro de los límites impuestos por el motor lucro los líderes de la transición tuvieron algunas opciones, pero en el fondo Chile tuvo que permanecer igual.  Sin embargo, en 2016 la juventud sabe en su corazón que Chile no puede permanecer igual.

Sugiero matizar la tesis que hay una crisis de confianza de todas las instituciones chilenas.   Observo que hay crisis semejantes en Brasil, en Estados Unidos, en Francia y dondequiera se mira.  Los principales problemas que socavan la legitimidad de las instituciones chilenas no son generados por instituciones específicamente chilenas.  Sus soluciones requieren repensar las funciones sociales de las empresas que generan excedentes.   Requieren lograr la gobernabilidad de la economía; requieren partir de la base que el propósito de ella es servir a los seres humanos y no al revés.    En todas partes.

El mecanismo estructural que genera los principales datos nefastos observados es el lucro.   Sin ser cien por cien cierta la aseveración que el mundo se mueve por el lucro, es demasiado cierta.   Sin ser cien por cien cierta la aseveración que sin el lucro no se mueva, es demasiado cierta.

La solución estructural tiene que ser el fortalecimiento de otras motivaciones también poderosas como son las que orientan las políticas públicas, la solidaridad, la gloria, la vocación, el amor, y otras.   Conviene saborear las palabras de un joven vecino mío de 22 años: “Cuando uno es espiritualmente y emocionalmente contento, entonces uno puede dar a las demás personas.”

“¡Contento Señor contento!”


Lecturas Necesarias

Fernando Atria, Neoliberalismo con Rostro Humano

José Joaquín Brunner, Nueva Mayoría, Fin de una Ilusión

Manuel Antonio Garretón (compilador), La Gran Ruptura (Las palabras citadas de Carlos Ominami se encuentran en la página 9)

Friedrich von Hayek, La Arrogancia Fatal

Mahatma Gandhi, Mis Experimentos con la Verdad

Jesús, San Pablo y otros colaboradores, Nuevo Testamento

Rosa Luxemburgo, La Acumulación del Capital

Carlos Marx, El Capital.

Gracia Navarro, Educación para la Responsabilidad Social

Karl Polanyi, La Gran Transformación

Luis Razeto, Economía Popular de Solidaridad