Este 7 de abril se conmemora el primer año de la partida física de nuestro gran amigo, pensador y filósofo Howard Richards (1939-2024). Su viuda, hijas y nieta lo recuerdan con mucho afecto y sus amigos y amigas que compartieron con él en la organización Chileufú, en la Iglesia Franciscana, los talleres de biodanza, la comunidad ecológica y sustentable de Limache, los más pobres del barrio, los intelectuales de Chile y tantos países donde aportó desde las universidades en la Paz Mundial y la «solución a los problemas de la humanidad» también recuerdan su legado pero sobre todo su profunda bondad y generosidad.

Para honrar su memoria transcribimos una carta al abogado Rodolfo Marcone donde da cuenta de su vocación cristiana y refleja los valores humanitarios que siempre plasmó en sus acciones:

«Querido Rodolfo,

Te agradezco la oportunidad para participar en una conversación entre católicos.  Tu invitación me inspira a buscar palabras para desahogar mis pensamientos y sentimientos.

En cuanto a por qué soy cristiano es porque en cierto momento de mi juventud, a los once años, Jesús me acercó y me llamó.    Me hace recordar un refrán que siempre cantábamos cuando fui parte de una comunidad de neo-catecúmenos en Quebec: ‘Si aujourd’hui vous écoutez sa voix, n’endurcissez pas votre cœur.’  O sea, si hoy escuchas su voz, no endurezca tu corazón.   Estuve listo.  Siempre hubo un lugar para Dios en mi corazón.   Cuando me llamó lo recibí y me incorporé a su rebaño.

En cuanto a por qué soy franciscano el cuento es un poco mas complicado.  En aquel tiempo cuando postulé al Orden Franciscana Seglar (OFS) mi parroquia era la vieja misión franciscana en Santa Barbara, California.   Yo fui carismático (no habiendo comunidad neo en Santa Barbara) antes de ser franciscano.   En mi parroquia la comunidad carismática se disolvió por falta de participación.   Acudí a los franciscanos quienes se reunieron en la sala al lado.   Al tomar instrucción para aprender del camino franciscano me sentí identificado con la opción de Francisco.   Tanto Martin Lutero como Francisco se dieron cuenta de la corrupción de la iglesia.    La opción de Lutero fue salir.  La opción de Francisco fue definida por su llamada a quedarse adentro y trabajar para reconstruir la iglesia.

Anos después tuve la oportunidad de visitar a Asís en Italia.  Fui a la iglesia de San Damián, donde Francisco escuchó la voz de Dios diciéndole ‘Repara mi casa que, tal como la ves, está en ruinas.’ Me llamó la atención que al lado de San Damián estaba un aula grande, y en el aula estaba una mesa larga y ancha con asientos para muchas personas.   No conté los asientos, pero me di cuenta que hubo muchos.  Fue el comedor de Santa Clara, la franciscana fundadora de las claretianas.   Ella sirvió allí todos los días a numerosos indigentes, con alimentos.  Pienso en Santa Clara cada vez que leo la consigna de la iglesia católica chilena: ‘Chile, una mesa para todos.’    Como decía Mahatma Gandhi, ‘para el hambriento, Dios aparece en la forma de un pedazo de pan.’

Para mí la religión y la solidaridad con los necesitados son indivisibles.   La voz de Jesús es tan claro y tan tajante sobre este punto que no logro entender como es posible que alguien no la entienda.  Cada vez que voy a Santiago de Chile me acuerdo del santo quien dio su nombre a este capital. Santiago escribió una carta también muy clara sobre la vocación de servicio del cristiano.   Si no sea la primera carta de San Pablo a los Tesalonicenses el primer texto cristiano, el texto más antiguo del Nuevo Testamento puede ser la carta de Santiago.   Dicho sea de paso, aunque quiero mucho a los hermanos luteranos, observo que la tradición católica ha sido mas fiel a Santiago, recordando que Lutero menospreció su carta.

Cuando dejé California y regresé a vivir en Chile llevaba conmigo una carta de los franciscanos de Santa Barbara.   Por esta carta me recibieron en la Comunidad Llagas de San Francisco de la OFS, que corresponde a la parroquia de la Santísima Trinidad de Limache.

Mi trabajo ha sido principalmente académico, pero también he ejercido como abogado.   Como abogado he especializado en la defensa de deudores, y en la reorganización de empresas pactando con los acreedores para que la empresa pueda seguir funcionando.  También he sido abogado voluntario defendiendo a indigentes, a minorías, y especialmente a los trabajadores migrantes en la agricultura, entre otros a los que trabajaban en el cultivo de remolacha para azúcar.  Como académico me he dedicado a evangelizar la teoría económica y la jurisprudencia, y me he dedicado a los estudios para la paz.   Fui fundador de un programa de estudios para la paz, y también de un programa de administración de negocios orientado a la responsabilidad social.   Sigo en este último campo ahora en dos universidades.

En cuanto a los escándalos, encuentro que son muchos. Hay escándalos de todo tipo, y hay nuevos todos los días.   No puedo procesar los detalles de tanta maldad, y las más de las veces nada puedo hacer.   Me derivo a la oración y a las practicas espirituales para purificar mi propio corazón, que aún dista de merecer los dones que la fe me ha dado.

Al parecer, comprendo más que algunos otros a los obispos y otros quienes no administraron castigos duros a los sacerdotes pecadores y a quienes evitaron denuncias públicas.  No digo que sus opciones fueron las correctas.   Digo que la tradición cristiana ha sido más amorosa que la tradición civil.

Ofrezco un botón de muestra del capítulo 8 del Evangelio según San Juan:

«Al amanecer estaba ya nuevamente en el Templo; toda la gente acudía a él, y él se sentaba para enseñarles. 3.Los maestros de la Ley y los fariseos le trajeron una mujer que había sido sorprendida en adulterio. La colocaron en medio 4.y le dijeron: «Maestro, esta mujer es una adúltera y ha sido sorprendida en el acto. 5.En un caso como éste la Ley de Moisés ordena matar a pedradas a la mujer. Tú ¿qué dices?» 6. Le hacían esta pregunta para ponerlo en dificultades y tener algo de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. 7.Como ellos insistían en preguntarle, se enderezó y les dijo: «Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le arroje la primera piedra.» 8. Se inclinó de nuevo y siguió escribiendo en el suelo. 9.Al oír estas palabras, se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta que se quedó Jesús solo con la mujer, que seguía de pie ante él. »
Evangelio según San Juan, 8 – Biblia Católica Online

A los jóvenes quienes buscan el rostro de un amor infinito, mi consejo es que en sus oraciones rogar el don de la fuerza para persistir.  Busquemos y practiquemos el amor infinito en la media en que cada uno pueda. Tomemos en serio el mandamiento de Juan 13 34-35: ‘Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Ustedes deben amarse unos a otros como yo los he amado. 35.En esto reconocerán todos que son mis discípulos, en que se amen unos a otros.’  En este mismo espíritu, en la medida que podamos, amemos a todo el mundo, y a todos los seres vivientes.

Relato una experiencia mía cuando fui alumno de pregrado.  Hice una encuesta a mis compañeros.   La primera consulta fue si fueron creyentes o no-creyentes.  Luego indagaba por qué.  ¿Por razones cognitivas? ¿O por razones mas bien místicas y éticas?  Por ejemplo, uno puede ser creyente por creer que no pueda haber creación sin Creador (razón cognitiva) O uno puede ser no-creyente por creer que Dios es una hipótesis que no se verifica (razon cognitiva).  Por otra parte, uno puede ser creyente por creer que Dios es Amor (1 Juan 4:16) y que el amor es el fundamento de toda ética valida; o no creyente por creer que la autoridad moral de Dios es incompatible con la libertad, y que la libertad es el fundamento de toda ética valida. (razones místicas y éticas)

El resultado de me encuesta fue que la mayoría de mis compañeros eran no-creyentes por razones místicas o éticas.   Hubo quienes se alejaron adrede de Dios por razones claras y sinceras.   Sin compartir su opción, tuve que respetar su buena voluntad.  Otros eran mas frívolos.  En todo caso, mi di cuenta que los no-creyentes eran numerosos, que no iban a desaparecer de la faz de la tierra, y que en muchos casos eran buenas personas, probablemente mejor que yo.  Recordando esta experiencia de mi juventud, se me ocurre que los escándalos que ahora sacuden la iglesia enseñan una lección que nos pueda ayudar en nuestros esfuerzos persistentes para llegar a la practica del amor infinito.  La lección es que, aunque seamos los mas penitentes, no necesariamente somos por eso los más buenos.

Que Dios te bendiga, querido Rodolfo.

Howard R.»