Hay cuatro formas principales en las que podemos diferenciar la organización limitada y la no limitada

  1. En la primera visión, desde el campo del desarrollo organizativo, vemos cómo nos hemos enjaulado en un modelo de organizaciones delimitadas, que se aceleró y profundizó a partir de la segunda mitad del siglo XX. Aquí las organizaciones individuales se centran en su objetivo principal, en su punto de venta único, en su ventaja competitiva, y todo lo que queda fuera de esto se ignora o se deja para otros, de modo que con el tiempo se ignoran cuestiones como el racismo, el sexismo, el cambio climático, la xenofobia y otras («¡no son nuestro problema!») Existe una frontera imaginaria entre los que están dentro de la organización, que mantienen sus normas y valores y siguen su misión, y los que están fuera de ella. Las grandes organizaciones se organizan en jerarquías, con una estructura piramidal, en la que los que están en la cima piensan y planifican, y los que están por debajo gestionan y ejecutan las actividades laborales. Imaginamos que si todas las organizaciones van bien, la sociedad irá bien, pero por desgracia no es así. Los gobiernos también se organizan como organizaciones delimitadas, con diferentes departamentos, cada uno con su estructura piramidal.

Frente a este modelo, empezamos a ver cómo se reafirma un patrón más antiguo, observado durante siglos en el pasado. La organización sin límites se da a través de las organizaciones y las jerarquías, en los esfuerzos de colaboración entre organizaciones, en los vínculos entre sectores (empresa, gobierno y sociedad civil), en las iniciativas de vecindad, en los círculos de aprendizaje y en el compañerismo espiritual. Estos esfuerzos se dirigen siempre al bien común: organizarse para la vida y la naturaleza.